lunes, junio 26, 2006

En resumen

Como bien nos cuentan en El Confidencial Digital:

España atraviesa una etapa crucial de su historia. Quizá sea un tanto pretencioso hablar del comienzo de una segunda transición política. Sin embargo, la densidad de los asuntos que se están debatiendo en nuestro país provoca que uno se ponga un tanto melodramático y haga uso de un epígrafe con tanto peso específico.
Estamos asistiendo a la gestación de un nuevo modelo de Estado, que el presidente del Gobierno ha vendido como una modernización de las autonomías a la que no se puede renunciar si se quiere reconocer plenamente la diversidad territorial y adaptar los estatutos regionales a la presencia en Europa, la globalización y la inmigración.
Rodríguez Zapatero ha sustentado también su primera legislatura en la imposición de un nuevo modelo social, que va desde la revisión del papel de la Iglesia en un estado aconfesional hasta la recuperación de la memoria histórica –en sentido unidireccional, por cierto-, pasando por una nueva ley de la Educación, la eliminación de las leyes que aprobara el PP o la ley de matrimonios homosexuales.
La tercera pata del taburete presidencial, del proyecto político del PSOE, es la consecución de la paz en Euskadi. El jefe del Ejecutivo considera que hay margen para ello y se va a empeñar al 100%. El problema es esa inquietante filosofía suya del “como sea”, revelada a la opinión pública sólo gracias a un micrófono indiscreto, que recogió hace unos meses el curioso principio negociador del inquilino de la Moncloa.
De ahí que el alto el fuego permanente de ETA, que debiera resultar esperanzador para el común de los mortales, se trueque en amenazante espada de Damocles sobre la mitad del país como poco. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el presidente con un modelo de conducta de estas características? ¿Traspasará esa inquietante frontera definida por ‘el fin justifica los medios’?
Por si había algún cándido entre los espectadores, el interlocutor presidencial –los pistoleros abertzales- ha vuelto a dar una pincelada de cómo se las gasta. Acabo de enriquecer mi hemeroteca personal con la página 20 de El País del jueves pasado, que encabezaba el siguiente titular: “ETA reclama al Gobierno garantías de que la Constitución no frenará la decisión de los vascos”.
Eso. Con un par. ETA no quiere que se detenga a sus activistas, aunque sigan extorsionando. ETA no quiere a Otegi en la cárcel, aunque organice actos con la ilegalizada Batasuna. ETA reclama que el presidente se salte el estado de derecho y presione a los jueces. ETA está encantada de contar con soplones policiales que les permitan eludir la acción de la justicia. ETA espera poder presentarse a las próximas elecciones. ETA exige dinero contante y sonante. ETA exigirá medidas de gracia para sus presos.
ETA quiere. ¿Resistirá el presidente? ¿O su doctrina pactista, inspirada en ese eslogan suyo del ‘como sea’, le llevará a prostituir nuestra Carta Magna? ¿Tendrá Zapatero la valentía de explicar a ETA, que si el Gobierno continúa saltándose la Constitución, entonces los GAL estarán justificados? Ojo, no sólo los GAL. También esas supuestas torturas a presos etarras denunciadas por miembros de la banda desde tiempo inmemorial. Y el entierro en cal viva de Lasa y Zabala. Y… Si no hay reglas todo está permitido, mientras el fin lo justifique. Una trampa de la que es imposible salir vivo.